Memorias de un Retiro en el Zendero del Corazón.

Hace un par de días, tuve la bendición de encontrarme con un maravilloso grupo de personas en un Retiro de Yoga y Vida Integral a través del Ecozentro Madre Kumbra llamado Un Ser, un Corazón, una íntima y divina comunión. Por 5 días estuvimos reunidos en una hermosa finca cerca de Manizales en torno a Despertar a la Esencia del Ser que todos somos y Ya Es, a reconocernos como Conciencia Pura y Trascendente, y a evolucionar a través de nuestra apertura y entrega al Fuego del Corazón. Es imposible imaginarse como se desarrollaría este proceso, pero puedo hoy decir con toda certeza, y con un profundo agradecimiento al Gran Misterio, a los maestros y a cada uno de los participantes de este retiro, que fue una explosión de Amor, de apertura de Corazón, de reconocimiento tanto de la esencia Espiritual como Humana, y, en particular, un profundo llamado a crecer, madurar, soltar el pasado y evolucionar, por el bienestar no solamente de nosotros mismos sino de las siguientes generaciones.

Nuestra práctica fue simplemente dejar todo ser tal cual es, alineando así nuestra atención con la Consciencia Siempre Presente del Yo Soy. Puede sonar fácil, pero no necesariamente lo es. En muchos casos estamos solamente enfocados en estar cambiando las cosas, en solucionarlo todo, como con una continua ansiedad de búsqueda por algo ajeno a lo presente, basada en la creencia que algo falta, que algo debe cambiar y ser diferente para ser felices, conectarnos con el Amor y ser quien realmente somos. ¿Pero si soltamos esta insistencia en dicha carencia al permitirnos simplemente ser, que permanece? Dejar todo ser es Ser eso que ya y siempre somos – nuestra esencia – y es permitirnos purificar la ilusión para que se enraíce el Amor y el Entendimiento, guiados, en cada instante, por el Poder que Guía el Camino.

Los primeros días fueron una renuncia a lo conocido para reconocernos en nuestra esencia Trascendente, a través de bastantes horas de silencio en meditación, prácticas de Hatha y Kriya Yoga, deliciosa alimentación y círculos de palabra donde exploramos diversos temas que informaron y guiaron el proceso. Estos días fueron una invitación para darnos cuenta que no somos en esencia nada de lo que está surgiendo “adentro” ni “afuera”, sino más bien ese Observador de todo.

La segunda parte del retiro fue dedicado a encontrarnos con nuestra Humanidad, lo cual vivimos a través de diversos encuentros que nos permitieron compartir y transmitir la Verdad y la Experiencia en confianza profunda, y así reconocernos también como seres con una historia, relaciones, y experiencias que apuntaron en que situaciones encontramos libertad mientras que en otras inhibimos el flujo natural del Amor y nuestro potencial individual y colectivo. A medida que dejamos todo ser, disfrutamos, a través de risas, llanto, entendimientos, y realmente a través de una variedad de experiencias ordinarias y extraordinarias, como la verdad se revelaba ante el arder del Fuego del Corazón.

Y ¿qué encontramos? Para mí, lo más hermoso y poderoso que surgió del retiro fue el reconocimiento del llamado que tenemos, tanto individual como colectivo de madurar, de evolucionar. Se nos abrió la oportunidad de explorar caso a caso la vida de cada uno de los participantes, lo que nos permitió entender de qué maneras cada uno seguía atascado en el pasado, en recuerdos, en ideas de quien debería ser y en condicionamientos culturales, familiares y de nuestras historias personales.

Discutimos diferentes condicionamientos que vemos en el ser – ethos – Colombiano. Claramente, el ser Colombiano es diverso pero, sin embargo, pudimos notar ciertas generalidades en nuestras formas, hábitos, creencias y condicionamientos que iluminaron comportamientos que vemos obsoletos y llamados a dejar atrás. En particular, reconocimos que es natural, e incluso necesario, en el ser humano sentir dolor y sufrimiento, a pesar de que vimos el apego y tendencia infantil a ignorar, evadir, o huir de lo que no nos gusta y nos hace sentir incomodos, así como culpar alguna circunstancia, persona, situación o incluso a un supuesto ego, por ello. En este proceso, se hizo vital aceptar profundamente el dolor y el sufrimiento, así como el miedo que esto causa, lo cual abrió las puertas a realmente crecer. Comparado con lo que la mayoría de gente cree, aceptar esta realidad fue tremendamente liberador.

Y en esta liberación, se reveló una verdad: esencialmente ninguna situación, ni persona, ni entidad, ni condición en el pasado, presente o futuro, puede limitarnos, controlarnos, oprimirnos, o esclavizarnos. Más bien, reconocimos que esta experiencia de limitación, de contracción y sufrimiento, es siempre nuestra propia actividad, una elección condicionada y de costumbre, que ejercemos al elegir consciente o inconscientemente tomar una posición de separación, de víctima desempoderada o de creernos ser el que está al mando de las circunstancias de la vida. En otras palabras, reconocimos el ego, no como un ser adentro o afuera, ni una entidad extraña haciéndonos sentir o actuar de alguna manera, creándonos problemas y dificultades. Más bien, entendimos que somos nosotros mismos – creando así la ilusión del ego – quienes generalmente insistimos en la creencia de que algo falta, que debemos ser y sentirnos de algunas maneras en particular y diferentes a las que ya somos y son, que nos hacen quedar estancados en lo conocido, incluso si esto nos hace sufrir.

Finalmente, reconociendo una común tendencia – muy del colombiano de hecho – de ser casuales con las situaciones y compromisos, nos vimos llamados a responsabilizarnos de lo que veíamos y así tomar decisiones concretas, comprometidas y reales frente a diferentes aspectos de nuestras vidas donde veíamos desorden, donde estábamos generando sufrimiento, y donde nuestras actitudes infantiles y adolescentes no correspondían con quien realmente somos aquí y ahora, limitando así la Evolución y el flujo del Amor y la Sabiduría. De repente, envejecer dejó de ser una carga. Opuesto a la creencia idealizada e infantil que la libertad es no tener responsabilidades y hacer lo que uno quiera, la invitación a evolucionar y abrirnos a lo nuevo se presentó como una bendición muy liberadora y emocionante.

Así como un árbol crece desde semilla para eventualmente dar frutos, los humanos nacemos para convertirnos en abuelos, en servidores dejando frutos y huellas de amor y consciencia. Es lo natural. Hacernos responsables – reconociendo nuestra habilidad continua de responder – nos dispone al servicio. Ya nuestra vida deja de ser una lucha y búsqueda incesante por sentirnos bien, sino que se hace disponible para las demandas del Corazón, del Espíritu, y el beneficio de los demás. No hay forma más sana, real, libre, feliz y enriquecedora que reconocernos, también en nuestra individualidad, como un instrumento de lo divino, de lo trascendente, del Gran Ser que todo Es y moldear así la tierra para un amoroso habitar con y para los demás seres que componemos la existencia.

Hoy, mientras practicaba Yoga Colaborativo en Madre Kumbra con mi padre, quien también participó en el retiro, pude notar un gran cambio en él y en mí. Había espacio, disponibilidad del uno para el otro, amor y disfrute, fluyendo así en el momento y con lo que estábamos haciendo. Al verlo, sentí y reconocí un Amor y admiración profunda por y en él, y por ese abuelo que, incluso con sus años, está dispuesto a continuar despertando y evolucionando.

Gracias, gracias.

Esteban Ferrero Botero
Fundador Ecozentro Madre Kumbra
Miembro del Awakened Life Project

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